Pisaron firme
Y cargaron con los recuerdos.
Frenadas de autos y puertas
Que bajaron cuerpos inconscientes.
Testigos silenciosos de esas noches largas,
Carne y uña del fusil y el uniforme.
Casi niños, sin labios, imploraron
Por una salvación.
En los oscuros pabellones, sonaban
Llantos diminutos, se robaron las respuestas,
Y las abuelas las buscan.
Un pueblo lucha con dolor,
Mientras juega al tesoro escondido,
Con los nombres de humo.
Es la historia que da FRIO
Y los pañuelos no abrigan.
Ana Lía López
Esquel, Chubut
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