En Quito, capital del Ecuador, varios profesionales jóvenes de América Latina descubrimos que nuestras visiones del futuro tenían mucho en común. En buena medida, el punto de enlace de nuestro pensamiento era la independencia intelectual del continente. Pertenecíamos al sur y debíamos consolidar una nueva forma de organizarnos que potenciara y canalizara la voluntad de cambio que se sentía en nuestra sociedad civil.
Estos anhelos empezaron a cobrar forma concreta a finales de los 80. América Latina necesitaba encontrar respuestas y esto no se trataba de un desafío intelectual teórico, sino de temas prácticos. Se trataba de buscar soluciones a problemas concretos como la pobreza, el desempleo, la escasa o casi nula conciencia ciudadana, la malnutrición, etc.
La idea era crear una red de organizaciones, bajo el nombre de Grupo Esquel, que es el nombre de la ciudad argentina que se encuentra en el extremo sur de América Latina. Esta red estaría constituida por varias instituciones, con sede en diferentes países de Sudamérica, y una oficina de enlace en Estados Unidos. Los distintos miembros se organizaron de acuerdo a sus propias características y estrategias, por tal razón, cada uno tendría plena autonomía y su propia agenda de trabajo.
El surgimiento de Esquel coincidió con cambios globales que empezaban a afectar los patrones de desarrollo de los países del sur. El modelo económico de libre mercado se imponía y los Estados nacionales enfrentaban la crisis de no poder mejorar, en los nuevos contextos, la calidad de vida de los pobladores.
Para el inicio de los 90, la población pobre del Ecuador era ya el 62% y, a finales de la década, los niveles de pobreza llegaban a la escalofriante cifra del 80%. Esquel nació para enfrentar esos desafíos y, dejando de lado la disquisición teórica, se definió como una organización de acción, con la consigna de luchar contra la pobreza y fortalecer la democracia.
De esta manera, empezamos nuestro trabajo, como una organización de la sociedad civil, privada y sin fines de lucro. Nacimos independientes y nos desarrollamos sin fortalecer ningún vínculo con partidos políticos o con gremios empresariales. Lo que sostiene nuestro trabajo es nuestra estrecha relación con más de 400 organizaciones de la sociedad civil ecuatoriana.
Durante 19 años, por nuestra capacidad de gestión, transparencia y conocimiento del contexto local, hemos recibido la confianza de más de un centenar de organizaciones donantes internacionales y gobiernos de América y Europa.
Así somos, una organización con un grupo técnico humano de alta calidad, capaz de dirigir y llevar en sus espaldas el reto de mirar por el cambi del país y de promover día a día la calidad de trabajo y ayuda de los ecuatorianos. Así somos, jóvenes experimentados y con un futuro que cada vez se vuelve más promisorio.
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