La contaminación con metales se produce fundamentalmente a través de los drenajes mineros ácidos (DMA) y la erosión de escombreras y depósitos de colas de explotaciones. Los DMA se producen por la acción del agua y el oxígeno sobre la pirita (FeS2), que normalmente acompaña las mineralizaciones metalíferas, y las soluciones acuosas resultantes incorporan los metales pesados de la mena. Como los DMA pueden incorporarse a la red fluvial, la dispersión de sus contenidos aumenta y puede tener influencia muy lejos de su lugar de origen y extenderse mucho después que las actividades extractivas han cesado.
La forma más eficiente de controlar los DMA es soterrar los desechos de explotación por debajo del nivel freático para impedir la oxidación, pero esto encarece mucho los emprendimientos. La recuperación de la cubierta vegetal sobre las escombreras previene la erosión, aunque no los DMA, que pueden ser temporalmente neutralizados con el uso de carbonatos. Las actividades de explotación dispersas y precarias, pero muy extendidas, que por su propia naturaleza ignoran las consecuencias de su accionar, son difíciles de controlar y pueden causar contaminaciones significativas. Un ejemplo es la contaminación con mercurio en la cuenca del Amazonas, derivada del tratamiento de recuperación del oro por el método artesanal de la amalgamación.
La contaminación atmosférica producida por los humos de las refinerías puede introducir importantes cantidades de elementos volátiles en el ambiente.
Galliski, Miguel Angel
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