Esquel te enamora, se incorpora a tu piel como los abrojos mismos.

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Esquel y vos :De Daniel Galatro

Witrange anay - La voz mapuche


Mari mari kom pu che.

Existen, me comentaron, muchas frases que reflejan sentimientos mapuche.
Y las que pude encontrar me mostraron que la sabiduría educa, alimenta y sana.


Pero vamos a tomar una de esas reflexiones como desencadenante de pensamientos, vivencias y emociones.

Dice así:
¡Witrange anay! Wünkey com pu che ñi duam
y significa “Levántate, amanece para todos”.


Dice quien la publica que esta frase se aplica a una persona abatida por una desgracia. Es como recordarle que después de la noche – por más negra que sea – llega la luz del día.

¿Será por eso que pasan los años y el espíritu mapuche persiste? Porque uno nunca está libre de sufrir desgracias pero está también en uno hacer lo posible para sobrellevarlas y superarlas.


Así que, amigo o amiga, ¡Witrange anay!
Cuando lo decidas, amanecerá también para vos.

Peukallal.




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Los transgénicos en el mundo



Organismo Genéticamente Modificado (OGM) es un organismo en el que el material genético (ADN/ARN) se modificó por cualquiera de las técnicas de ingeniería genética, excluidos de estos organismos de clasificación resultantes de las técnicas que implican la introducción directa en un organismo de material hereditario, desde no implica el uso de moléculas de ARN/ADN recombinante o OGM, tales como la fertilización in vitro, conjugación, transducción, transformación, la inducción de poliploidía y cualquier otro proceso natural.

De acuerdo con Chaves (2006), técnicas de los cambios realizados en porciones del genoma mediante tecnología de ADN recombinante o ingeniería genética permite a un hombre para manipular la molécula de ADN mediante la escisión, la separación de fragmentos de secuenciación, amplificación y ADN, hibridación de ácido ácidos nucleicos, el aislamiento de genes y clonación molecular. La biotecnología es la aplicación de la información y la metodología científica para resolver problemas biológicos que se encuentran tanto en la agricultura y ganadería, como en la medicina, que se originó en la biología y la tecnología. Biología es el conocimiento y el estudio de los organismos vivos y los procesos vitales y la tecnología, a su vez, es una ciencia aplicada y un método científico para asegurar un propósito práctico. Muchos usan el término biotecnología como una referencia a las herramientas de la ingeniería genética desarrollados desde 1973, cuando el Dr. Paul Boyer, en California, Estados Unidos de América (EUA) obtenida en el laboratorio una cepa recombinante de la bacteria Escherichia coli capaz de expresar el gen de la insulina humana. Sin embargo, la biología, la tecnología y las modificaciones genéticas dirigidas por los seres humanos son parte de la agricultura desde el principio de la utilización de las plantas cultivadas, a unos 10.000 años.

La biotecnología y el sistema convencional de mejora genética exhiben el mismo propósito, es decir, para aumentar o mejorar las características deseables de una planta o un animal. Por ejemplo, un mayor valor nutricional de arroz o aumentar el contenido de proteína de la leche. Sin embargo, la biotecnología es más precisa, lo que permite una cuidadosa selección de un gene responsable de una característica específica de un organismo vivo, y su transferencia a otro organismo. Sin embargo, el sistema de mejora convencional con el fin de obtener la característica deseada en las nuevas líneas genética combina todas las características de ambos padres. Por ejemplo, la realización de la encrucijada de una variedad de la producción de maíz de alta con otro que presente una rápida velocidad de maduración, tiene como objetivo conseguir un nuevo linaje que contiene ambos las características deseables.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, junto con las características deseables se transfieren otras que no tiene ningún interés. Otra diferencia entre la reproducción convencional y la biotecnología es el de la biotecnología permiten a los científicos para llevar a cabo la transferencia de características específicas entre las bacterias, plantas, animales y seres humanos, lo cual no es posible mediante la mejora convencional, dependiendo de la incompatibilidad sexual entre las especies.

Los investigadores son capaces de identificar el gene (o genes) responsable de las características específicas, tales como resistencia a enfermedades o la composición nutricional para llevar a cabo su inserción en otro organismo y obtener resultados en un corto período de tiempo . Este mecanismo, a pesar de que se considera uno de los más controvertida de la biotecnología, ha mostrado cierta importancia, como en la producción de cuajo (utilizado en la producción de queso) y el interferón (utilizado en la lucha contra el cáncer) (Vantreese, 2001).

La biotecnología ha sido utilizada como una herramienta para la producción de alimentos, ya que los primeros criadores de cultivos decidir selectivamente las mejores plantas o que cruzan los mejores animales. Prácticamente todas las especies de plantas existentes en la actualidad difieren significativamente de la forma salvaje original, debido a la intervención humana. Muchos alimentos han sufrido un proceso biotecnológico para los centenares de años, incluyendo el pan hecho con levadura, el vino producido a partir de la fermentación de la uva, y otros (Xavier et al., 2005).

Las técnicas relacionadas con el desarrollo de la biotecnología han demostrado rápidamente en los últimos años, lo que ha contribuido en gran medida a conseguir nuevos productos antes considerada poco realista. Los avances realizados en el campo de la agricultura y la ganadería son importantes, donde se pueden identificar tres olas de los productos desarrollados por la biotecnología. Según Russell (2004), el primer involucrado principalmente el campo de la medicina, el segundo fue que las plantas modificadas a través de la bioingeniería, y el tercero, la aplicación de la biología molecular.

Se utilizó esta última onda en la fabricación de ciertos productos de consumo, tales como la seda de araña, que se obtuvo a partir de la leche de cabras transgénicas, fibra similar a la lana y vasos de plástico biodegradables, hecho de maíz; vacunas orales de origen vegetal, como las patatas portadoras vacuna desarrolladas contra rotavirus y Escherichia coli, tomates capaces de desarrollarse en alta salinidad del suelo, las plantas de tabaco capaces de restaurar la fertilidad de las zonas degradadas del suelo la guerra a través de la eliminación de residuos explosivos a base de nitrógeno tóxicos, cerdos que producen grandes cantidades de fitasa en sus glándulas salivales y producen vacas lecheras y cabras con altos niveles de proteína (Brophy et al . 2003), lisozima humana (Mago et al., 2006a), antígeno de la malaria (Behboodi et al., 2005), la hormona del crecimiento(Salamone et al., 2006), la enzima butirilcolinesterasa (Baldassarre et al., 2008), entre otros.

A principios de los años 80, hubo discusiones sobre el uso de los OGMs, tan pronto como los científicos han aprendido a manipular los genes de los organismos vivos. Desde entonces, la oposición a los alimentos modificados genéticamente ha sido marcada en Europa y Japón. Según Moreira (1998), las principales preocupaciones con respecto al uso de los alimentos modificados genéticamente llegan a temer la producción de proteínas alergénicas, la producción de compuestos tóxicos, la reducción de la calidad nutricional de los alimentos y la disminución de la biodiversidad. Por lo tanto, esta revisión pretende dar una visión general de los OMG, y presenta algunos de los principales alimentos modificados genéticamente de origen animal y vegetal, así como su aplicación.

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Falleció el científico argentino Andrés Carrasco





Confirmó y denunció los efectos devastadores del glifosato.
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Falleció Andrés Carrasco, el científico que confirmó los efectos devastadores del glifosato, acompañó con su investigación a los pueblos fumigados y cuestionó que la ciencia esté al servicio de las corporaciones.

Con más de 30 años de carrera, fue presidente del Conicet y jefe del Laboratorio de Embriología de la UBA. Tuvodescubrimientos muy importantes en la década del 80 y trabajo constante en los 90, hasta que inició su lucha contra el glifosato cuando estudió en laboratorio el impacto de los químicos en embriones.

En agosto de 2010 estuvo en Chaco, en el conocido episodio de La Leonesa. Estaba por dar su charla, pero empresarios arroceros y punteros políticos intentaron “lincharlo”. “Había concurrido a una escuela de un barrio fumigado, y no pudo hablar. Lo sorprendió la violencia de los defensores del modelo”, señala en su recuerdo el periodista de Página 12 Darío Aranda.

En el recuerdo de ese periodista queda la imagen de un luchador y lo describe con estas palabras: “Andrés Carrasco optó por otro camino: cuestionar un modelo de corporaciones y gobiernos y decidió caminar junto a campesinos, madres fumigadas, pueblos en lucha. No había asamblea en donde no se lo nombrara. No existe papers, revista científica ni congreso académico que habilite a entrar donde él ingresó, a fuerza de compromiso con el pueblo: Andrés Carrasco ya tiene un lugar en la historia viva de los que luchan”, concluye Aranda.

Su trayectoria

El doctor Andrés Carrasco realizó tareas de investigación en diversas Universidades entre las cuales se destacan:
-Universidad de Basilea. Suiza.
-Instituto de Biología Celular y Molecular de de Universidad de Indiana.
-Departamento de Genética Molecular. Universidad de Texas. Houston, Texas.
-1990-1992. Investigador Adjunto CONICET.
-1992-1995. Investigador Independiente CONICET
-1995-a la fecha. Investigador Principal (Group Leader). CONICET.
-1999. Profesor Visitante de Universidad de Göttingen. Germany. (September-October, 1999).
-2002-Universidad de California, Irvine (UCI) EEUU.

Fue Miembro Activo de las siguientes Sociedades Científicas:
- Sociedad Argentina de Neuroquímica (SAN).
- Sociedad Argentina de Investigación Bioquímica (SAIB).
- Asociación Argentina de Biología del Desarrollo (AADB).
- Society of Developmental Biology. (SDB-EEUU).

Además dictó y participó en numerosos cursos y simposios tanto de nivel nacional como internacional y posee publicaciones en Libros desde el año 1971 referidos a la temática “Biología Molecular y la Embriología”.
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En una de sus visitas a nuestra Cátedra Autónoma de Comunicación Social, el científico Andrés Carrasco contó cómo decidió divulgar su investigación sobre los efectos letales del glifosato.: estaba en el sur, pescando, solo, disfrutando la belleza de esa postal natural, sabía que lo que había comprobado era esencial y sintió que el perfecto silencio que lo rodeaba era un grito inmenso. “Hacé algo”. Para hacerlo solo necesitaba encontrar “un periodista serio y decente”. Y llamó, desde ahí mismo, a Darío Aranda. Él es quien lo despide en estas líneas que eligió publicar en lavaca. Doble honor, que nos obliga y compromete aún más a seguir siendo dignos de ello y de ellos.

Por Darío Aranda.

-“Soy investigador del Conicet y estudié el impacto del glifosato en embriones. Quisiera que vea el trabajo”.

Fue lo primero que se escuchó del otro lado del teléfono.
Era 2009 y aún estaba latente el conflicto por la Resolución N°125. Página12 había dado amplia cobertura a las consecuencias del modelo agropecuario y este periodista había escrito sobre los efectos las fumigaciones con agroquímicos.

El llamado generó desconfianza. No conocía al interlocutor. ¿Por qué me llamaba?
El científico avanzó en la presentación. “Mi nombre es Andrés Carrasco, fui presidente del Conicet y soy jefe del Laboratorio de Embriología de la UBA. Le dejo mis datos”.

Nunca había escuchado su nombre. Nunca había escrito sobre científicos y el Conicet me sonaba como un sello.

Llamados al diario y preguntas a colegas. Todos confirmaron que era un científico reconocido, treinta años de carrera, con descubrimientos muy importantes en la década del 80 y trabajo constante en los 90, cuando se enfrentó al menemismo.

Hice la nota.

Su investigación fue la tapa del diario, (abril de 2009). La noticia: el glifosato, el químico pilar del modelo sojero, era devastador en embriones anfibios. Nada volvió a ser igual. Organizaciones sociales, campesinos, familias fumigadas y activistas tomaron el trabajo e Carrasco como una prueba de lo que vivían en el territorio.

“No descubrí nada nuevo. Digo lo mismo que las familias que son fumigadas, sólo que lo confirmé en un laboratorio”, solía decir él. Y comenzó a ser invitado a cuanto encuentro había. Desde universidades y congresos científicos, hasta encuentros de asambleas socioambientales y escuelas fumigadas. Intentaba ir a todos lados, restando tiempo al laboratorio y a su familia.

También ganó muchos enemigos. Los primeros que le salieron al cruce: las empresas de agroquímicos. Abogados de Casafe (reúne a las grandes corporaciones del agro) llegaron hasta su laboratorio en la Facultad de Medicina y lo patotearon. Comenzó a recibir llamadas anónimas amenazantes. Y también lo desacreditó el ministro de Ciencia, Lino Barañao. Lo hizo, nada menos, que en el programa de Héctor Huergo, jefe de Clarín Rural y lobbysta de las empresas.

Barañao desacreditó el trabajo y defendió al glifosato (y al modelo agropecuario). Y no dejó de hacerlo en cuanto micrófono se acercara. Incluso cuestionó el trabajo de Carrasco en encuentros de Aapresid (empresarios del agro) y, sobre todo, en el Conicet.

Carrasco no se callaba: “Creen que pueden ensuciar fácilmente treinta años de carrera. Son hipócritas, cipayos de las corporaciones, pero tienen miedo. Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria”.

Los diarios Clarín y La Nación lanzaron una campaña en su contra. No podían permitir que un reconocido científico cuestionara el agronegocio. Llegaron a decir que la investigación no existía y que era una operación del gobierno para prohibir el glifosato, una represalia por la fallida 125. Carrasco se enojaba. “Si hay alguien que no quiere tocar el modelo sojero es el gobierno”, resumió café mediante en el microcentro porteño. Pero Carrasco era funcionario del gobierno: Secretario de Ciencia en el Ministerio de Defensa. Le pidieron que bajase el tono de las críticas al glifosato y al modelo agropecuario. No lo hizo. Renunció.

El silencio no es salud

Empresas, funcionarios y científicos lo habían acusado de no publicar su trabajo de glifosato en una revista científica, sino en un diario. Se reía y retrucaba: “No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública. Hay que dejarlo claro, cuando se tiene un dato que sólo le interesa a un círculo pequeño, se lo pueden guardar hasta tener ajustado hasta el más mínimo detalle y, luego, se lo canaliza por medios que sólo llegan a ese pequeño círculo. Pero cuando uno demuestra hechos que pueden tener impacto en la salud pública, es obligación darle una difusión urgente y masiva”.

Era calentón Carrasco. Se enojaba, discutía a muerte, pero luego tiraba algún comentario para distender.
Nos solíamos ver en un café antiguo cerca de Constitución. Él era habitué. Charlaba con las mozas y debatía de política con el dueño.

Café mediante, le pregunté por qué se metió en semejante baile. Ya era un científico reconocido en su ámbito y no necesitaba dar prueba de nada. Tenía mucho por perder en el mundo científico actual. Me explicó que lo había conmovido el sufrimiento de las Madres del Barrio Ituzaingó de Córdoba. Y que no podía permanecer indiferente. También lamentó que el Conicet estuviera al servicio de las corporaciones. Denunció acuerdos (incluso premios) entre Monsanto y Barrick Gold con el Conicet. Se indignaba. “La gente sufre y los científicos se vuelven empresarios o socios de multinacionales”, disparaba.

Ética

En 4 de mayo de 2009, el ministro Barañao envió un correo electrónico a Otilia Vainstok, coordinadora del Comité Nacional de Ética en la Ciencia y Tecnología (Cecte). En un hecho sin precedentes, Barañao aportaba bibliografía de Monsanto y pedía que evalúen a Carrasco. Nunca había pasado algo similar. La mayor autoridad de ciencia de Argentina pedía una evaluación ética por un investigar que había cuestionado al químico pilar del modelo agropecuario.

Barañao quería la cabeza de Carrasco.

Vainstok envió un correo electrónico el mismo lunes 4 de mayo, con copia a los nueve integrantes del Comité de Ética. Decía así:
“Estimados colegas, esta tarde he recibido un pedido de que el Cecte considere las expresiones vertidas en artículos periodísticos por Andrés Carrasco con motivo de su investigación de los efectos del glifosato en embriones de anfibios. Adjunto también la bibliografía aportada por Lino Barañao, la entrevista a Carrasco y la entrevista al Ministro Barañao que sacó Clarín”.

El mail se filtró a la prensa. Y Carrasco se enteró de la operación de Barañao y Vainstok. El escándalo hubiera sido enorme. El Comité de Ética reculó y no juzgó a Carrasco, pero el camino estaba marcado.

Los de abajo

En agosto de 2010, en Chaco, estaba por dar una charla, pero empresarios arroceros y punteros políticos intentaron lincharlo. Había concurrido a una escuela de un barrio fumigado, y no pudo hablar. Lo sorprendió la violencia de los defensores del modelo.

Ese mismo agosto, la revista estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología) publicó la investigación de Carrasco. Lo que había sido un pedido-chicana de sus detractores, no sirvió para calmar las críticas. Continuó la difamación de los defensores del agronegocios. Pero fue un triunfo para los pueblos fumigados, las Madres de Ituzaingó y las asambleas en lucha. Y Carrasco comenzó a tejer diálogos con otros investigadores, de bajo perfil. Sentía particularmente respeto y cariño por jóvenes investigadores de Universidad de Río Cuarto y de la Facultad de Ciencias Médica de Rosario. Solía mencionarlos en las charlas y los señalaba como el “futuro digno” de la ciencia argentina.

Otro veneno

Solíamos cruzarnos en encuentros contra el extractivismo. Y periódicamente nos enviábamos correos con información del modelo agropecuario, alguna nueva investigación, viajes suyos a Europa para contar sobre su investigación, el juicio de las Madres de Ituzaingó, la nueva soja aprobada por el gobierno, los nuevos químicos. Un día recibí uno de sus mensajesl. “Hay un nuevo veneno”, fue el asunto de un mail. Alertaba sobre el glufosinato de amonio y lo mencionaba como posible sucesor del glifosato: “El glufosinato en animales se ha revelado con efectos devastadores. En ratones produce convulsiones y muerte celular en el cerebro. Con claros efectos teratogénicos (malformaciones en embriones). Todos indicios de un serio compromiso del desarrollo normal”, precisaba. Y recordaba que la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) detalló en 2005 los peligros del químico para la salud y el ambiente. Destacó que desde 2011 el Ministerio de Agricultura había aprobado diez eventos transgénicos de maíz y soja de las empresas Bayer, Monsanto y Syngenta. Cinco de esas semillas fueron aprobados para utilizar glifosato y glufosinato.

¿Para qué y para quién investigar?

Otra tarde le envíe un correo electrónico contando de investigadores que confirmaron lo mismo que él, pero en sapos (muchas veces llaman los “canarios de la mina” porque pueden anunciar lo que le sucederá a humanos. Los investigadores tenían miedo a hablar, por las posibles represalias. De inmediato me llamó por teléfono. Fue tajante: “No quiero saber quiénes son. Sólo quiero que le preguntes para qué mierda investigan, si para criar sapos o para cuidar al pueblo que subsidia sus investigaciones. Preguntales eso por favor”. Y cortó.

Los investigadores nunca quisieron hablar y difundir masivamente sus trabajos.

Carrasco en Wikileaks

En marzo de 2011 se conoció que la embajada de Estados Unidos lo había investigado y había hecho lobby en favor de Monsanto. Documentos oficiales filtrados por Wikileaks confirmaban el hecho. “No esperaba algo así, aunque sabemos que estas corporaciones operan al más alto nivel, junto a ámbitos científicos que les realizan estudios a pedido, medios de comunicación que les lavan la imagen y sectores políticos que miran para otro lado. Estaban, y están, preocupados. Saben que no pueden esconder la realidad, los casos de cáncer y malformaciones se reiteran en todas las áreas con uso masivo de agrotóxicos”.

El otro Carrasco

En noviembre de 2013 le relaté que en Estación Camps (Entre Ríos) había entrevistado a una mujer que luchaba contra los agroquímicos. Era una trabajadora rural y ama de casa, muy humilde, que había enviudado. Su esposo era peón de campo, vivía rodeado de soja y fue fumigado periódicamente. Comenzó a enfermar, la piel se le desprendía y tuvo graves problemas respiratorios. Murió luego de una larga agonía. La mujer no tenía dudas de que habían sido los agroquímicos que llovían sobre la casa. Y los médicos tampoco tenía dudas, aunque se negaban a ponerlo por escrito. El nombre del trabajador rural víctima de los agroquímicos: Andrés Carrasco.

La viuda había escuchado en la radio sobre el científico homónimo de su marido y el glifosato. Y, entre llantos, contó que le daba fuerzas saber que alguien con el mismo nombre que su esposo estaba luchando contra los químicos que le arrebataron al padre a sus hijos.

Le conté la historia por teléfono. El Carrasco científico se conmovió, no podía seguir hablando. Y confesó que solía arrepentirse de no haber investigado antes sobre el glifosato.

La última maniobra

A fin del año pasado me llamó para contarme la última maniobra del Conicet. Había solicitado la promoción a investigador superior y le fue negada. La cuestión iba mucho más allá de la promoción. Lo enojaba el ninguneo de los científicos empresarios y obedientes del poder. Lo habían evaluado dos personas que no conocían nada de su especialidad y otro que es parte de las empresas del agronegocios. Me envió su carta de reclamo al Conicet y relató en detalla la reunión con el Presidente de la Institución. Estaba seguro que era un nuevo pase de factura por lo que comenzó en 2009.

Y le dolía el silencio de académicos que respetaba, incluso de amigos de antaño de las ciencias sociales que le daban la espalda.

Le propuse un artículo periodístico e intentar publicarlo en Página12. Le tenía aprecio al diario, a pesar de que hacía tiempo habían dejado de darle espacio. Le avisé que pondría su versión de los hechos y la del Conicet y de Barañao. Me retrucó rápido: “Te van a sacar cagando”.

Lo propuse al diario. Lo rechazaron sin la más mínima explicación. Cuando le avisé la negativa, ni se inmutó. Dijo que era previsible. “En estos años tuve un curso acelerado de lo que son los medios de comunicación”, resumió. Le respondí que estos años había aprendido que el Conicet no era para nada impoluto y que había demasiadas miserias en el mundo científico.

Reímos juntos.

Y me chicaneaba y recordaba que ahora éramos colegas. Tenía un programa en FM La Tribu donde nadie lo censuraba y daba gran protagonismo a las asambleas y organizaciones en lucha contra el extractivismo. El nombre del programa era todo un mensaje a sus enemigos: “Silencio cómplice”.
Quedamos en juntarnos a comer un asado y publicar la nota en medios amigos (la publicó lavaca en su periódico MU en marzo pasado).
Intenté para esa nota hablar con “la otra parte”. Barañao dijo que no tenía nada de qué hablar, desechó cualquier pregunta. El presidente del Conicet, Roberto Salvarezza, adujo problemas de agenda.

La última entrevista

Viajó a México al Tribunal Permanente de los Pueblos (tribunal ético internacional, de carácter no gubernamental que evalúa la violación de derechos humanos). Volvió a México en enero. Se descompuso y fue trasladado de urgencia. Lo operaron en Buenos Aires y tuvo largas semanas internado, débil. Cuando le dieron el alta, llamó a casa. “Zafé”, fue la primera palabra. Y de inmediato preguntó: “¿Qué sabés del bloqueo en Malvinas Argentinas (Córdoba, donde se frenó la instalación de una planta de Monsanto)? ¿La tiene difícil Monsanto?” Él había estado en setiembre de 2013 cuando comenzó el bloqueo. Me explicó que tenía para varias semanas de recuperación, pero cuando estuviera mejor quería que vayamos a Córdoba, a Malvinas Argentinas y también a visitar a las Madres de Ituzaingó. Lo dejamos como plan a futuro.

Hablamos sobre su situación en el Conicet. Le dolía la indiferencia de compañeros del mundo académico, sobre todo de las ciencias sociales. Le pregunté por qué no recurrir a las organizaciones sociales. Se opuso. Argumentó que ya demasiado tenían en sus luchas territoriales como para preocuparse por él. Se ofreció para una entrevista. La hicimos. Algunas citas:

“Los mejores científicos no siempre son los más honestos ciudadanos, dejan de hacer ciencia, silencian la verdad para escalar posiciones en un modelo con consecuencias serias para el pueblo”.

“El Conicet está absolutamente consustanciado en legitimar todas las tecnologías propuestas por corporaciones”.

“(Sobre la ciencia oficial) Habría que preguntar ciencia para quién y para qué. ¿Ciencia para Monsanto y para transgénicos y agroquímicos en todo el país? ¿Ciencia para Barrick Gold y perforar toda la Cordillera? ¿Ciencia para fracking y Chevron?”

“Mucha gente fue solidaria conmigo, piensa que lo que uno hizo tuvo importancia para ellos, tienen derecho a saber que hay instituciones del Estado que privilegian la arbitrariedad para sostener discursos, para que el relato no se fisure".

Sabía que la entrevista sería para un medio amigo, “no masivo”. Estaba contento, recuperando fuerzas, no iba a dar el brazo a torcer ante Barañao, Salvarezza, el establishment científico y las corporaciones del agro.

El 27 de marzo concurrió a Los Toldos, a una audiencia pública sobre agroquímicos. Estaba débil, pero no quiso faltar. Sucedió lo mismo en la Facultad de Medicina, en la Cátedra de Soberanía Alimentaria (el 7 de abril), donde habló de los alimentos transgénicos y los agroquímicos. No estaba bien, andaba dolorido, pero no quiso faltar. Entendía esos espacios como lugares de lucha, donde debía explicar los efectos de los agroquímicos. Solía decir que se lo debía a las víctimas del modelo.

Al fines de abril avisó por correo electrónico que lo habían vuelto a internar. Esperaba que sea algo rápido. Quería volver a su casa, recuperarse y hacer el viaje pendiente a Córdoba, al acampe contra Monsanto.

Su legado

Fui testigo de sus últimos seis años. Tiempo en el que decidió alejarse del establishment científico que vive encerrado en laboratorios y sólo preocupado por publicaciones que sólo leen ellos.Se transformó en un referente hereje de la ciencia argentina. No tendrá despedidas en grandes medios, no habrá palabras de ocasión de funcionarios ni habrá actos de homenaje en instituciones académicas.

Andrés Carrasco optó por otro camino: cuestionar un modelo de corporaciones y gobiernos y decidió caminar junto a campesinos, madres fumigadas, pueblos en lucha. No había asamblea en donde no se lo nombrara.

No existe papers, revista científica ni congreso académico que habilite a entrar donde él ingresó, a fuerza de compromiso con el pueblo: Andrés Carrasco ya tiene un lugar en la historia viva de los que luchan.

Nos queda, entonces, saldar con él una enorme deuda: la de decirle gracias.

Nos vemos en la lucha.

Fuente: www.lavaca.org
Nota completa sobre Andrés Carrasco -incluye el último reportaje "Ciencia Transgénica"
y la grabación de la entrevista que le hiciera "Decí Mu":
¿La felicidad puede ser un tema político ? Pistas para bajarse de la globalización,
en este enlace:

http://www.lavaca.org/notas/andres-carrasco-cientifico-y-militante-gracias/

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http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/


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Esquel 1954: la gira del Fray Mocho


Busco datos que me lleven a información sobre esta historia ocurrida en Esquel hace 60 años. Es para un documental en producción. Marcos Britos. Neuquén.

HACE SESENTA AÑOS. NOTICIAS DE LA GIRA ARGENTINO-CHILENA DEL TEATRO ESCUELA FRAY MOCHO.

El elenco ha llegado a Esquel. Como todas las poblaciones patagónicas visitadas, el asfalto aún no había llegado a cubrir el polvo y el ripio de las calles. El viento soplaba a veces diez o quince días seguidos generando no solo inconvenientes físicos sino también psíquicos en los recién llegados de lugares en donde tal evento no era posible imaginar.

Las poblaciones eran en realidad pequeños pueblos teniendo en cuenta las actuales dimensiones urbanísticas. Neuquén apenas tenía unos 12.000 habitantes. General Roca y Cipolleti eran mas grandes y Cutral Co estaba casi a la par!! Plaza Huincul era apenas un paraje, lo mismo que La Angostura o El Bolsón, donde ya estaba instalado su maravilloso Hotel de piedra. Finalmente Esquel tenía unos 7.000 habitantes, poco menos que Bariloche, que lo seguía de cerca a Neuquén.

La estadía en Esquel duró solamente cuatro días, pero el registro del Diario de Gira tiene pocas páginas tan cargadas de agradecimiento y de alegrías compartidas para una sola localidad.

En el cruce camino al Tronador se despidieron de Roberto Britos que iniciaba ese mismo día su recorrida de Chile, desde Peulla hacia el norte, para colocar las funciones del elenco en el vecino país. Con sus 24 años en tránsito allí quedó mi viejo en medio de la nada mientras el colectivo de los Mochos se despedía con sus bocinazos y las ventanillas enflorecidas de brazos que se agitaban, entre ellos los de Nilda con quien volvería a encontrarse recién en Santiago de Chile.

Dice el Diario de Gira:

"El colorido del otoño hace del camino al Bolsón una vista de una belleza exuberante, a cada vuelta del camino es más hermoso, hasta llegar a El cañadón de la mosca, que es un tramo donde todo lo que pueda decirse es poco".

Diecisiete años después recorrí ese mismo camino en la caja de un camión cargado de mochilas y jóvenes acampantes, por la misma vieja ruta de ripio de una sola mano con descansos contra la montaña que había que ir calculando para dejar el paso al vehículo que venía en sentido contrario. Acaso para dar testimonio de esa belleza y esa exuberancia, perdida ya cuando volaron la montaña del lado de enfrente del cañadón para hacer una tremenda ruta asfaltada de doble mano.

Después de para a almorzar en El Bolsón, seguramente en su famoso Hotel, siguieron rumbo a Esquel en otro colectivo alquilado para la ocasión. Lograron arribar a la noche, después de 12 horas de viaje.

Los recibieron apellidos que ya eran parte de una comunidad intensa y con fuerte identidad local: Arroyabe, Peralta, Eggman, Christiani.

Están allí alojados en un hotel frente a la Escuela 20, fascinados con la nieve, la montaña, los andinistas y el fuego en las chimeneas de casas de madera con blancas cortinas de encaje.
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