¿Cuidamos bien a nuestros jóvenes?

Se llamaba Daiana Bustos Williams, tenía 14 años y era hija de un conocido periodista local. Falleció hace pocos días en un trágico accidente que involucró a otros jóvenes de la ciudad.
Fue el disparador que reunió padres,vecinos (algunos de ellos jóvenes), concejales, ex concejales, vecinalistas y hasta turistas. El encuentro tuvo lugar en el Melipal. Motivo fundamental: la preocupación por estas situaciones que se repiten casi habitualmente y la necesidad de no permanecer como espectadores pasivos ante ellas.
El papá de Daiana, en medio de su profundo dolor, expresó con una simple frase la síntesis del problema: “Lo que le pasó a mi hija no fue un accidente, sino una suma de estupideces.".
Si analizamos este pensamiento encontraremos que la mayoría de las desgracias que nos ocurren quizá también puedan resumirse con términos parecidos.
Ahora encaramos el problema buscando algunas soluciones. Para Daiana, como para muchos otros, llegarán tarde. Muchos otros jóvenes que ya perdieron la vida o resultaron dañados permanentemente por accidentes e incidentes que pudieron haberse evitado. Y muchos otros jóvenes que serán víctimas de sucesos que podríamos controlar y no lo hacemos. Pero, si se toman medidas profundas e inteligentes otros podrán salvarse.
Daiana murió en el reciente accidente. La ciudad manifestó al menos una reacción.
Pero por la Avenida Ameghino acaba de pasar otro automóvil a más de 150 kilómetros por hora cuando está por amanecer. Y nadie está para impedirlo. Sólo el espíritu de Daiana que seguramente observa con preocupación y dolor que su prevenible desaparición no fue suficiente para que nuestra ciudad cuide mejor a sus jóvenes, a sus niños, a sus adultos y a sus ancianos.