Fui por el carril del mundo pero igual
salieron a mi encuentro fogonazos
y lámparas portadas por personas
que erraron el camino y me pedían
la dirección exacta de la Cruz del Sur.
Volviéronse en mi contra las señales.
Las puertas que buscaba se ausentaron.
Y enfermas de silencio las aldabas
no respondían nunca a mis urgencias.
Pero las garzas me indicaron tibias
pisadas en las playas y los búhos
caída ya la noche con chistidos
al bosque de la vida me llevaron.
Allí sentí el aliento del lucero.
Y el beso de una estrella abrió mi boca.
DELFINA ACOSTA
desde Asunción del Paraguay
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