El domingo nos juntamos en la casa de una tía nuestra que vivía en Flores. Entre mayores y chicos seríamos unos doce.
Mi tía Clara tenía un departamento bien arreglado, decorado con cuadros y adornos de todo tipo, todo bien ordenadito. En una repisa tenia unos adornitos miniatura, botellitas jarroncitos, tacitas y de todo un poco. Y entre todo eso, un “caballito de vidrio”.
Para nosotros dos, “gente de campo”, ese caballito era todo un tesoro. Mi primo Juan quedó embelesado con el “caballito de vidrio” y en la primera de cambio se lo echó al bolsillo.
Con tanta gente de golpe en la casa y el barullo de los chicos, después de medio día mi tía Clara, hermana de mi madre, dio la idea de ir a pasar la tarde a Parque Saavedra. Cargaron equipo de mate y algunas galletitas para la tarde.
Cuando estábamos por salir, la dueña de casa, que andaba cerca de la repisa, pregunta:
-¿Y el caballito de vidrio?
-¿Qué caballito de vidrio – preguntó la madre de Juan.
-El caballito de vidrio que estaba en la repisa.
Entraron a buscar entre varios el dichoso caballito, que se había esfumado como por arte de magia, y como no aparecía por ninguna parte, al fin mi madre le dijo a la hermana:
-Bueno Clara, no te preocupes. Se habrá caído por algún lado. Vamos que se nos va la tarde... Cuando volvemos lo buscamos bien entre todos y en algún lado va a aparecer.
No muy convencida mi tía Clara, accedió, así que nos distribuimos en dos autos y partimos todos para Parque Saavedra.Todavía en el viaje mi tía se preguntaba:
-Pero que misterio el caballito de vidrio... ¿Donde se habrá metido?
-No te preocupes Clara, ya va a aparecer – le decía mi madre
y a mi primo Marcos “le quemaba” el caballito en el bolsillo. En flor de brete se metió este, pensaba yo.
Llegamos a Parque Saavedra y caminábamos buscando algún lugar donde tomar unos mates. Todavía seguían los cometarios sobre la desaparición tan extraña, y mi primo iba maquinando algo, con el “caballito de vidrio” en el bolsillo, hecho “un fuego”, y de pronto, cuando íbamos todos en grupo caminado juntos, mi primo tira el caballito de vidrio para adelante, entre los pastos, y señalando con la mano el caballito, le dice a la madre en voz alta, como para que todos escuchen:
-¡¡¡Miren!!!... ¡el caballito de vidrio!
La madre quedó muda,... pero le echó una mirada como “pa´rejundirlo”.
De Flores a Parque Saavedra había ido el “caballito de vidrio”... al galope se había ido.
Copyright © La Gazeta Federal
Llegamos a Parque Saavedra y caminábamos buscando algún lugar donde tomar unos mates. Todavía seguían los cometarios sobre la desaparición tan extraña, y mi primo iba maquinando algo, con el “caballito de vidrio” en el bolsillo, hecho “un fuego”, y de pronto, cuando íbamos todos en grupo caminado juntos, mi primo tira el caballito de vidrio para adelante, entre los pastos, y señalando con la mano el caballito, le dice a la madre en voz alta, como para que todos escuchen:
-¡¡¡Miren!!!... ¡el caballito de vidrio!
La madre quedó muda,... pero le echó una mirada como “pa´rejundirlo”.
De Flores a Parque Saavedra había ido el “caballito de vidrio”... al galope se había ido.
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