Había caído el sol tras los cerros de Esquel en una jornada notablemente fría. Pero una multitud de pobladores de la ciudad iniciaba una marcha más para demostrar su oposición rígida y persistente al desarrollo de procesos extractivos contaminantes en la región, en la provincia y en el país.
Una marcha más para manifestarse, una marcha menos para lograr que sus representantes políticos comprendan algo tan sencillo como que "NO es NO".
Todos los que participamos sentíamos una sensación extraña, mezcla de emoción y de alegría, pues nos veíamos una vez más acompañados y acompañando. Aunque no comprendíamos por qué aquellos que deberían encabezar la marcha ya que fueron elegidos para asegurar el bien común de su pueblo no estaban presentes. O tal vez sí lo comprendíamos, lamentablemente.
Esquel se puso una vez más en movimiento, pese a las circunstancias climáticas. Caminando con su antorcha encendida iban familias enteras significando que el conflicto se mantendrá todo el tiempo que sea necesario, porque, como cantábamos,"el pueblo unido jamás será vencido". Se sumaron automóviles haciendo sonar sus bocinas como lo hacían decenas más en cada cruce de calles. Las veredas se poblaron de comerciantes y sus empleados que también sostenían antorchas, coreaban los cánticos o simplemente aplaudían conmovidos.
La emoción puso lágrimas en nuestros ojos y calidez en nuestro corazón.
¿Tanto puede la ambición económica endurecer los sentimientos humanos como para no comprender que más valiosa que el oro, más valiosa que el uranio, es la calidad de vida de esas tres generaciones que pedíamos, reclamábamos, exigíamos ser escuchadas?
Los que no estuvimos en las marchas desde aquél lejano principio previo y posterior al histórico plebiscito nos sentimos orgullosos de haber elegido Esquel para vivir aquí los años que nos resten de existencia. Porque la gente de este lugar merece lo mejor y lucha por lograrlo.
Gracias, convecinos. Hasta cada día en que la persistencia del mal obligue a la manifestación del bien. Para seguir sumando voluntades que se manifiesten públicamente contra este intento de avasallar la decisión de un pueblo para someterlo a un juego de intereses del cual nunca obtendrá beneficios pero sí le asegura daños irreparables.
A la mentira de las empresas multinacionales ocultas o descaradamente manifiestas, Esquel opone su indignación y su decisión de persistir todo el tiempo que sea necesario. Porque no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo, como bien dijo alguien. Y los esquelenses pusimos otra vez la verdad de manifiesto en las calles de la ciudad y en los medios de prensa del mundo.
Daniel Aníbal Galatro
Olga Isabel Román
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