
Cuanto más envejezco, más disfruto de las mañanas del sábado.
Tal vez es la quieta soledad que viene por ser el primero en levantarme o quizá el increíble gozo de no tener que ir al trabajo...
De todas maneras, las primeras horas de un sábado son en extremo deliciosas.
Hace unas cuantas semanas,...