Hijos: ¿protegerlos o sobreprotegerlos?

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¿Amor responsable o amor ciego hacia los hijos? La sobreprotección

Se dice que el amor de los padres hacia los hijos es infinito. Y es cierto. Pero de lo que ya no se habla tanto es de calidad de ese amor. Cierta clase de amor puede empobrecer, puede hacer daño, puede impedir que el hijo se desarrolle equilibradamente; el amor proteccionista puede cortar las alas de los hijos y ahogarlos en el propio amor.

Amar sí, pero con responsabilidad

Amar a los hijos significa ponerles límites, enfrentarse a ellos y hacerles cumplir las consecuencias de sus actos. A veces, amar a los hijos nos “parte el alma” pues debemos tomar decisiones poco aceptables para ellos, pero necesarias para su formación. Si amamos de manera fácil, amistosa, light, les amamos poco. Y les amamos mal. Amarles ciegamente, sin implicarse, es amarles epidérmicamente...........................................................................................» ver más

En este boletín queremos que reflexiones acerca del amor proteccionista, el amor mal entendido, el que se disfraza de miles maneras y se introduce en nuestro hogar casi imperceptiblemente.

Para ello te ofrecemos:

· Un artículo acerca de cómo es el amor responsable y el amor ciego, el amor proteccionista de los padres. Intentamos hacerte pensar en determinados detalles que indican que, sin darte cuenta, tú también puedes tender a ser proteccionista con tu hijo. Si quieres saber cómo educar a tu hijo para ser un perfecto irresponsable, te interesa este artículo.

Para leerlo, haz clic aquí.

· Consejos para hacer de tu hijo una persona pusilánime y dependiente. A veces, unos consejos en negativo son más ilustrativos que cualquier recomendación positiva. Te hará reflexionar.

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· Consejos para evitar ser proteccionistas con nuestros hijos.

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· Libros prácticos para quién quiera saber más sobre este tema.

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Todos amamos a nuestros hijos y queremos lo mejor para ellos. Pero… ¿realmente nuestra forma de quererlos es la mejor para su desarrollo como persona?

¡Para querer hay que saber querer!