Localidad de Chaitén, antes de la erupción.
Policías y vacas abandonadas en pueblo fantasma camino al volcán
Univisión - USA
PUERTO CARDENAS, CHILE, 11 Mayo 2008 (AFP) -
Una improvisada barrera custodiada por quince policías chilenos corta el paso de la única ruta que conecta con la localidad de Chaitén, a 50 km del volcán en erupción del mismo nombre, sobre el evacuado paraje de Puerto Cárdenas, donde el domingo apenas un puñado de vacas abandonadas deambulaba en busca de comida.
El cordón de seguridad fue montado el pasado viernes sobre la denominada ruta siete que conecta el poblado de Chaitén, a 10 km del volcán, con el sur de Chile, en un escenario dominado por el majestuoso paisaje de la Cordillera de Los Andes, límite natural entre Chile y Argentina, opacado por estos días por la persistente lluvia de cenizas.
Desde Puerto Cárdenas se ve la densa columna de humo en forma de hongo que emana sin pausa desde hace diez días del macizo, una fumarola de color grisáceo que el viento insiste en llevar en dirección este, provocando lluvia de cenizas que cubrieron numerosos poblados y ciudades de ambos lados de la frontera.
"De noche se escuchan ruidos y se ven rayos que cruzan el cielo. Hay tormentas eléctricas sobre el volcán", cuenta a la AFP uno de los carabineros (policías) apostado en Puerto Cárdenas, a la vera del lago Yelcho, donde un cartel de bienvenida recuerda que en el lugar se practica la pesca recreativa de truchas.
Un inquietante silencio reina en el poblado deshabitado, apenas quebrado por el rumiar desesperado de algunas vacas, que cruzan la barrera policial una y otra vez en busca de pasturas libres de cenizas para su alimentación, pero que al no encontrarlas se conforman mordisqueando hojas de los árboles más bajos.
"No sabemos si gritan por hambre o porque sienten movimientos en la tierra que nosotros no percibimos y que les provocan miedo", afirma el carabinero, que la semana pasada participó de la evacuación forzada de los últimos habitantes de Chaitén, donde antes de la erupción vivían unas 4.000 personas.
Lucio, un hombre delgado de unos 40 años, fue uno de los últimos en salir el viernes de Chaitén, donde dejó en medio de un paisaje desolador sus pocas vacas y ovejas, que permitían el sustento familiar.
"Lo mejor es que el volcán explote ahora, así nos vamos de una vez a otro lado y empezamos una nueva vida. Peor es quedarnos en casas de otras personas sin saber que va a pasar y sin trabajar", dice a la AFP Lucio, a bordo de una camioneta en la ruta 7 rumbo a la ciudad argentina de Esquel, donde vive parte de su familia.
Esquel, localizada 2.000 km al sudoeste de Buenos Aires, es uno de los lugares más afectados por la lluvia de cenizas, que se dispersó por siete provincias argentinas, alcanzando incluso a la capital federal, en el centro-este del país.
Lucio cuenta que en Chaitén las lluvias de los últimos días limpiaron de cenizas los pastos, permitiendo la alimentación del ganado, pero teme que los cientos de perros abandonados a su suerte y con escasa comida, terminen atacando a sus animales.
La incertidumbre sobre el fin del proceso eruptivo del macizo de unos 1.000 metros de altura angustia a este hombre y a los miles de desplazados que en su mayoría permanecían en las localidades vecinas de Puerto Montt, Osorno y la isla de Chiloé.
Antes de dejar Chaitén, los carabineros arrojaron raciones para perros en las calles del poblado, y se espera que en las próximas horas una nueva incursión permita reabastecer a las mascotas, señaló a la AFP una fuente abocada a la distribución de agua potable y comida a pobladores de zonas afectadas.
lt/pa
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