Fuente: Clarin
A contramano de Cristina. Es una incoherencia grave del “relato” oficialista. Las críticas a esta industria, protegida por el Gobierno, figuran en libros de Educación Ambiental que se acaban de editar. Están en la Web, pero el reparto de ejemplares impresos ahora se frenó.
Por Pablo Calvo
Los funcionarios no tomarían el agua cercana a las explotaciones mineras de la Cordillera de los Andes. Tampoco dejarían que sus hijos lo hagan, ni sus mascotas, al menos si se guían por el manual de Educación Ambiental que acaba de editar el Gobierno, con advertencias sobre los peligros devastadores que esta industria puede ocasionar si no se controlan sus métodos.
“La minería implica la explotación de un recurso no renovable mediante procedimientos destructivos o contaminantes”, dice el nuevo libro, que, de acuerdo a los anuncios hechos hasta aquí, será repartido en 100 mil escuelas de todo el país.
El contenido, aprobado por una serie de estamentos oficiales vinculados a la educación, contradice posiciones de la propia presidenta Cristina Kirchner a favor de la actividad, que llena como pocas las arcas del Estado.
La minería tendrá este año un récord histórico de inversiones por más de 11 mil millones de pesos, un 5.700 por ciento más que en 2001. Los funcionarios hablan de “La década de la minería” y minimizan los efectos colaterales de esta industria. “No hay que transformar a la minería a cielo abierto en un cuco, ni en un fantasma”, dijo el lunes el secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Juan José Mussi, en el programa Último Minuto, de Canal 26.
Pero sus palabras no condicen con lo que enseña el manual de Educación Ambiental, cuyos contenidos fueron elaborados por el organismo que él mismo conduce, junto a especialistas del Ministerio de Educación.
La verdad está atascada más hondo que los 33 mineros chilenos hace un año, ya que mientras Cristina alienta la expansión de la minería, el manual describe los daños al ambiente que causa.
“Para aquellos que por allí no están muy de acuerdo con la actividad minera, ¿qué hacemos?, ¿no producimos más autos, comemos con las manos, no tenemos cubiertos? [...] ¿qué haríamos sin el cobre, cómo podríamos hacer los cables y conducir la electricidad si no tuviéramos cobre?”, se preguntó la Presidenta durante la firma del acuerdo de Promoción del Diálogo Social en la Industria Minera, a fines del año pasado.
El manual del propio Estado -editado en tres versiones, para repartirlo en jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias- es tajante en señalar las “diversas perturbaciones de gran impacto ambiental” que generan las tecnologías utilizadas en las explotaciones a gran escala.
El trabajo está disponible en Internet, aunque la distribución de los libros impresos, que ya comenzó en la Ciudad de Buenos Aires, está frenada para las provincias del interior. “Hay resistencias, San Juan, por ejemplo, no quiere saber nada con que lleguen esos libros a sus escuelas”, señaló un funcionario que asegura haber visto “miles de ejemplares varados” en un depósito del Correo Argentino, que debe llevarlos a las escuelas.
Para evitar ambigüedades, se reproducen aquí los conceptos principales que llegarán a los alumnos si los libros logran ser distribuidos con normalidad. Son éstos:
“La minería es una actividad basada en la extracción de recursos no renovables. Implica la explotación de un recurso no renovable mediante procedimientos destructivos o contaminantes, como la trituración, la molienda, el lavado y clasificación de los minerales, la refinación y la fundición”.
“En la actualidad resulta doblemente destructiva por su gran escala y por la tecnología que ha acrecentado su capacidad productiva”.
“Hasta mediados del siglo XX, la minería subterránea era el método más común de extraer yacimientos masivos. Habitualmente, los metales están mezclados con muchos otros elementos, pero ocasionalmente se encuentran grandes cantidades de ciertos metales concentrados en un área relativamente pequeña -el yacimiento- de donde se puede extraer uno o más metales con beneficio económico”.
“En Argentina, hasta la década de 1970, la minería metalífera era una actividad de escala media y regular desarrollada por unas 100 pymes que también realizaban la explotación de minerales de uso industrial y rocas de aplicación”.
“Actualmente, más del 60% de los materiales extraídos en el mundo lo son mediante la modalidad de minería de superficie. Dentro de este tipo de minería se distinguen las minas a cielo abierto (generalmente para metales de roca dura), las canteras (para materiales de construcción e industriales, como arena, granito, arcilla, etc.), y la minería por lixiviación (aplicación de productos químicos para filtrar y separar el metal del resto de los minerales). Las minas pueden ser de varios tamaños, desde las que albergan operaciones pequeñas que producen menos de 100 toneladas al día, hasta minas grandes que mueven cientos de miles de toneladas”.
“En el país, a partir de un nuevo marco legal de apertura a inversiones extranjeras, tomaron impulso los emprendimientos mineros a gran escala. El territorio explotado pasó de 70.000 a 180.000 kilómetros cuadrados. Con el aumento de la escala llegaron nuevas tecnologías de exploración y explotación que generan diversas perturbaciones de gran impacto ambiental, lo que pone en cuestionamiento la sustentabilidad de la actividad”.
“Actualmente, se están desarrollando en el país una gran cantidad de proyectos mineros, generándose amplios debates y movimientos por parte de pobladores locales y organizaciones de la sociedad civil que cuestionan este tipo de emprendimiento”.
Este manual está destinado a todo el Sistema Educativo Nacional y tiene por objetivo “promover valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado”. Por eso, sorprende también al proponer materiales de estudio: artículos de Clarín, el diario demonizado por el Gobierno, aparecen como ejemplos de cobertura de temas ambientales y disparadores de debates.
Para la primaria, se incluyó la nota “Peligra la fauna antártica por la merma del krill” con la intención de despertar curiosidad en los alumnos acerca del alimento que consumen las ballenas, los pingüinos y las focas. Se usó además una infografía sobre los efectos del cambio climático y una nota titulada: “Alumnos secundarios produjeron gas metano para uso domiciliario”. Hasta un chiste del dibujante Dobal, que ironizaba sobre las excusas que dan los funcionarios públicos cuando se producen inundaciones, fue incluido como material de trabajo.
El manual explica que se utilizan “productos químicos peligrosos en las distintas fases de procesamiento de los metales, como cianuro, ácidos concentrados y compuestos alcalinos” y que “luego de procesada la roca, quedan restos de cianuro residual y otros derivados que son muy tóxicos y muy perdurables en el tiempo, que pueden contaminar el agua superficial y la subterránea, incluso tiempo después de haberse cerrado la mina”.
Mussi alegó que “si las mineras usan acá las mismas tecnologías de sus países, no contaminan”.
-¿Y las usan?, le preguntaron.
-Lo estamos analizando.
Nota relacionada: Promueven cambios en la ley de inversiones mineras
Publicado por Puerta E
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