y procedí a sacarlo del garaje bajo una lluvia torrencial.
Estaba toda la calle inundada y el viento gélido soplaba a 100 kilómetros por hora, Volví a meter el auto al garaje, puse la radio y me enteré de que el mal tiempo iba a durar todo el día... ¡Qué decepción!
Entré de nuevo en mi casa, me desvestí silenciosamente para no despertar a mi mujer y me deslicé dentro de la cama.
Despacito me acurruqué contra su espalda, le puse la mano en la nalguita y le susurré al oído:
'El tiempo afuera está horrible mi amor'.
Ella me contestó medio dormida:
'¡Ya lo sé! ¿Podés creer que el estúpido de mi marido se fue a correr por la avenida?'
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Esta historia también es válida para los maridos que salen de compras temprano, o a caminar por la ciudad, o a pescar o... ¿Un consejo? Sigan madrugando y cuidado al peinarse antes de salir porque pueden romper el peine.
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