No es el primer artículo que leo de Svampa y otros investigadores que se manifiestan preocupados, y con razón, por las perspectivas del medio-ambiente en un futuro mediato y por las alternativas económicas que han elegido numerosos gobiernos de América Latina en este nuevo milenio, consideradas criticables, o por lo menos contradictorias. Y me permito algunas reflexiones...
1) Nada se puede hacer?
A veces , ante posibles debates con defensores acérrimos del medio-ambiente siento que nada es posible en materia de desarrollo económico, crecimiento o expansión industrial, pensando políticas que permitan socializar los beneficios y buscar una más justa distribución de la riqueza. Hay un no rotundo a la extracción minera contemporánea, basada en el uso de tóxicos y el método "a cielo abierto" y lo compartimos en mayoría. También se rechaza la extracción de hidrocarburos, especialmente el petróleo, por su poder contaminante. Se critican los monocultivos, y con razón, porque la economía termina dependiendo de ellos; así ocurre con la expansión de la soja, hoy de muy buen precio internacional, por los riesgos hacia la tierra, los agrotóxicos y transgénicos; también acordamos. Se critica la posible expansión industrial y algunos hablan de achicar el consumo, volver a las artesanías y producciones regionales o caseras; también se rechazan posibles proyectos energéticos, en especial los nucleares, bien, y los hidroeléctricos, bien en tanto, creo yo, afecten notoriamente zonas de gran riqueza ambiental y potencialidad turística. Hay quienes proponen métodos alternativos de energía y otros se oponen por sus costos o sus efectos, como la contaminación visual que producen, por ejemplo, los parques eólicos... Y si cualquier proyecto de desarrollo, industria o crecimiento cruza territorios de comunidades el no también es aplastante, salvo que se las consulte aunque también dichas consultas son vistas con desconfianza...
A veces siento que yo mismo entro en contradicciones porque estando de acuerdo con muchas de estas negativas siento que nada parece ser posible frente a la necesidad de obtener un crecimiento de la economía a la par de una mejor y más justa distribución de sus beneficios y de un resguardo ambiental necesario para nosotros y nuestra descendencia.
2) Qué nos dejó el Neoliberalismo y qué se trata de edificar desde algunos gobiernos en América latina hoy?
Indudablemente existe una tensión entre dos modelos muy diferenciados de estado en la sociedad capitalista latinoamericana contemporánea: uno basado en la regulación de la economía por las llamadas fuerzas del mercado, con la menor participación posible del estado nacional; el otro, basado en un crecimiento o desarrollo de las fuerzas productivas que le permita al estado regular, por una lado, planes de subsidios y protección a empresas y a sectores más carenciados, y por otro, intervenir con políticas activas direccionando las actividades y obteniendo beneficios fiscales para cumplir con lo anteriormente dicho. Es decir, un modelo neoliberal y otro modelo bienestarista y en cierto modo neokeynessiano.
Para salir de la crisis en que nos dejó la implementación de programas neoliberales desde los 80 al 2000, aproximadamente, en varios países sus gobiernos han apostado a ideas basadas en el estado de bienestar, el proteccionismo selectivo y algunas pautas keynessianas. Sin embargo no se han despojado del todo de mecánicas neoliberales y apuestan a la agroexportación coyuntural, como la soja, aplicando fuertes impuestos para volcarlos en planes de protección y subsidios, o a la extracción de recursos no renovables en el marco de legislaciones neoliberales lesivas tanto a la soberanía como al medioambiente.
Por ello, se encuentran en una encerrona que puede ser explosiva en tiempos mediatos: facilitar estas economías extractivas para obtener fondos para desarrollo del mercado interno y subsidios reparadores frente a la pobreza y la miseria pero arriesgando la potencialidad de la tierra y la salubridad del aire y las aguas. En este camino, adoptan algunas políticas contradictorias. Se han bajado notoriamente los porcentajes de desocupación y de hambre en Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela y Argentina pero esos riesgos pueden jugar en contra en un futuro no lejano.
3) Qué hacer en el futuro inmediato?
En estos países, las políticas bienestaristas-neokeynessianas han dado buenos frutos en proceso. Se han reducido índices de pobreza, se ha mejorado la infraestructura educativa, hay planes de viviendas y subsidios reparadores, creció el mercado interno, la industria, en parte la sustitución de importaciones y las recaudaciones fiscales, reducido las deudas externas y debilitado la influencia de EEUU, el FMI, el ALCA y otras fuerzas hegemónicas extrasuramericanas. Sin embargo no han escapado a los problemas del clientelismo y la corrupción. Frente a tal panorama la principal oposición viene de grupos económicamente concentrados, sus medios de prensa y partidos políticos que hacen oposición criticando abiertamente las medidas que llaman "populistas", tomando la mayor participación como demagogia, cayendo en posturas racistas y clasistas y a veces en forma no tan encubierta reclamando volver a la liberación del mercado, al modelo neoliberal.
Desde otras posturas, en defensa del medioambiente y las comunidades, también se critican las políticas estatales de los países ya nombrados; con razón en vista de los principios y teniendo en cuenta algunas acciones verdaderamente contradictorias que se han dado. Sin embargo, se hace con la misma virulencia y rechazo que muestra la llamada derecha neoliberal, poniendo en tela de juicio toda acción industrialista, proyecto energético, infraestructura vial o de comunicaciones que suponga algun tipo de crecimiento y con él una mejor distibución de los ingresos y una cierta mejora en la calidad de vida de las mayorías más postergadas, sea en sociedad con empresas extranacionales o desde un modelo industrialista estatista.
Creo advertir un riesgo en todo ello. El principal es que algún fracaso parcial en estas políticas más las campañas mediáticas de las derechas posibiliten un regreso al neoliberalismo. Si el socialismo hoy no es viable y sólo el gobierno de Venezuela lo ha declamado como experiencia local posible, seguramente las políticas bienestaristas bajo impulso estatal permitirán un crecimiento más igualitario. Volver a los '90 sería el peor de los fracasos.
Pero hay otro riesgo: las críticas por izquierda, en resguardo del ambiente, las comunidades y los recursos deberían ir acompañadas de propuestas reales de desarrollo que permitan debatir el cómo corregir aquellos defectos o planes a medio camino, producto de tensiones y presiones económicas. Diagnósticos altamente críticos son base lógica y pertinente para la resistencia pero de intelectuales y movimientos sociales uno espera más que denuncias, es necesario ideas y proyectos. Criticar lo que se hace no está mal, no es políticamente incorrecto, si la crítica sirve para planificar y mejorar las perspectivas. Criticar enfatizando decepciones, augurando escenarios plagados de dificultades, generando desconfianzas por eventuales traiciones y demagogias no aportan al debate y, sin querer repetir un "lugar comun", creo que hacen el juego a la derecha.
* Historiador y profesor de la UNP"SJB"
Esquel
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