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Esquel y vos :De Daniel Galatro

Señora Presidenta: yo sí soy gil y a mucha honra

Martín Gil (Los Principios 24/10/1926)
Esquel, 14 de Julio de 2011

Sra Presidenta de la Nación Argentina
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
De mi estima:

En un discurso pronunciado por usted en el día de ayer, hizo una referencia despectiva a los llamados "giles" en este país. Pese a que el término está ampliamente divulgado, no he podido encontrarlo en uno de los diccionarios que usan los estudiantes con mayor frecuencia, aunque estimo que se incorporó al lenguaje doméstico allá por la década de 1930.

Cuando se inició el éxodo gallego hacia el mundo, a mediados del siglo XIX, un integrante de la familia Gil, de nombre Isaías y seguramente residente en Vigo, se sumó a ese movimiento, instalándose en la ciudad de Córdoba. Era familiar de mi abuelo materno y por tanto también de mi abuela materna, ya que ambos eran primos y llevaban igual apellido, que llegaron muchos años después también a residir en Argentina.

Como podrá apreciar en la nota que he añadido al pie de esta carta, Martín, hijo de Isaías, fue un hombre muy destacado en diversos aspectos y se lo respeta y admira en muchos centros intelectuales del mundo, especialmente entre los interesados en las ciencias astronómicas.

Sus comentarios sobre el tema y particularmente sus pronósticos del tiempo eran publicados en muchos medios de prensa, entre ellos el diario La Nación, que lo recordó particularmente en su libro especial publicado cuando ese periódico cumplió 50 años de vida.

Martín, que puedo ubicar con poco margen de error como primo de mis abuelos maternos, llegó así al gran público, como algunos otros lo hicieron más tarde en nuestro país. Y se sumó su apellido al habla popular. Cuando alguien aventuraba un pronóstico climático para el día siguiente, por ejemplo, se le solía decir: "No te hagas el Gil", en referencia a mi pariente.

Pero más tarde se fue disolviendo el sentido original de la expresión, y se comenzó a llamar "gil" a cualquiera que hablara o creyera cosas sin tener mayor fundamento. De allí el Gil inicial fue pasando al olvido, como suele suceder, y quedaron los "giles" modernos, que los hay y muchos, lamentablemente.

Es en recuerdo y homenaje a ese colega suyo en las ciencias jurídicas y sociales, además de sus otras inquietudes, que quise escribir esta misiva abierta. Porque mi segundo apellido es Gil y siempre me consideré honrado de llevarlo.

Un detalle en la historia de mi familia: mi padre siempre bromeaba con respecto a que cuando estaba a punto de casarse echó una mirada a la Libreta de Matrimonio que la responsable del Registro Civil tenía sobre su escritorio. Y acotaba: "Ahí decía clarito "Gil - Galatro. Me lo estaban cantando... pero me casé igual".

Si Ud. no desea ser considerada "gil" en el sentido común y corriente del lenguaje de la calle, está en todo su derecho. Como yo lo estoy de considerarme afortunado de que me consideren un Gil de noble alcurnia, tal y como lo era el aquí recordado Martín.

Sin más, saludo a Ud. atte.

Daniel Aníbal Galatro Gil
Esquel - Chubut 
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Martín Gil un divulgador de la astronomía
por S. Paolantonio

De vigorosa personalidad, Martín Gil fue abogado, político y prolífico escritor. Con una especial afición por la astronomía y la meteorología, actuó a principios del siglo XX tanto en Córdoba como en Buenos Aires.
Nació el 23 de octubre de 1868 en la ciudad mediterránea, tres años antes de la inauguración del Observatorio Nacional Argentino con sede en la misma.
Perteneciente a una familia con un buen pasar económico, hijo de Isaías Gil y Secundina Martínez Carranza. Su padre fue un importante abogado, profesor universitario, Diputado Nacional por Córdoba (1884-1888) y autor del proyecto de Ley Orgánica de los Tribunales y del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la provincia de Santa Fe (1888).
Estudió abogacía en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Se casó con Ernestina Centeno con la que tuvo cuatro hijos.
Durante la gobernación de Ramón J. Cárcano, entre los años 1913 y 1916, Martín Gil se desempeñó como Ministro de Obras Públicas en la provincia de Córdoba, por el partido conservador “Concentración Popular”.
En 1924 fue elegido Senador Provincial y desde 1926 hasta 1930 fue Diputado Nacional por Córdoba por el Partido Demócrata.
Gil es un reconocido escritor. Abordó la literatura y la prosa costumbrista, de leve humor. Sus obras fueron: Modos de ver(1903), Agua Mansa (1905), Cosas de arriba(1909), Prosa Rural (1912), Celestes y Cósmicas (1917), Mirar desde arriba (1930), Un anillo desaparecido (1930), Milenios, Planetas y Petróleo (1936), además de un gran número de artículos publicados en diarios y revistas. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.
Como aficionado de las ciencias del cielo y la atmósfera, se destacó por su labor como divulgador, produciendo numerosos artículos periodísticos sobre diversos temas y anunciando noticias de interés para el público. Tomó especial notoriedad a partir de 1907, año en que comienza a publicar regularmente en el periódico porteño “La Nación”.
Su excelente relación con la prensa llevó a que tanto en Córdoba como en Buenos Aires, fuera a quien se consultaba por cuestiones astronómicas o meteorológicas, aún antes que al propio Observatorio Nacional Argentino (ONA) o la Oficina Meteorológica Argentina (OMA). Como ejemplo de esto, pueden señalarse varios artículos publicados en “Los Principios” de Córdoba, entre los cuales el más significativo es el del 25 de junio de 1923, titulado “Don Martín Gil nos habla del incendio observado en el cielo”, oportunidad en la que se lo consulta sobre una noticia con origen en el Observatorio de La Plata, referido a la aparición de una nova, mostrando claramente que éste era el referente y no el Observatorio local. Sus artículos eran leídos y valorados en gran parte del país.
Para comprender su influencia en el público, resulta esclarecedor el comentario realizado por José M. Martínez Carreras – luego empleado del ONA a comienzos de la década de 1930 –, en el que indica:
“El señor Martín Gil ha hecho simpática y atrayente a una ciencia que los sabios con su desmedida afición al símbolo matemático han hecho intolerable aún para muchos que no permitirían ser colocados entre los del vulgo, a secas” (Los Principios, 1/12/1928)
Martín Gil instala en su vivienda ubicada en Av. Argentina 104 un pequeño observatorio, con una cúpula giratoria que daba cobijo a un refractor Zeiss con objetivo triplete de 180 milímetros de diámetro y 2.540 mm de distancia focal. Contaba con montura ecuatorial y sistema de seguimiento – controlado por un regulador de fuerza centrífuga –, además de diversos accesorios: helioscopio de un prisma, espectroscopio estelar, así como varios filtros. Se trataba de un telescopio muy considerable para la época.
Aunque no hay referencias, seguramente contaba con algunos instrumentos meteorológicos.
Entre 1903 y 1904 se asoció a la Société Astronomique de France.
Fue también socio de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía, en la que figura en la categoría “socio fundador” en 1929. Sin embargo, a partir de 1931 ya no figura en las listas de socios.
Observatorio y telescopio de Martín Gil (Caras y Caretas 1914)
Los artículos publicados por Gil muestran que abordaba numerosas temáticas astronómicas – planetas, eclipses lunares, cometas, etc. –. Varios de estos trabajos pueden leerse en su libro Celestes y Cósmicas de 1917.
Sin embargo, su interés principalmente se centraba en el Sol y su influencia sobre la Tierra, particularmente su vinculación con fenómenos meteorológicos y sísmicos.
"… Creo haber cumplido el propósito que me forjé hace tres o cuatro años: divulgar en mi país, desde las altas columnas de La Nación, con la letra y con el hecho, las interesantes y fecundas teorías sobre sismología y meteorología, que si no son de ayer, ahora comienzan a imponerse, por más que refunfuñen y se hagan rastra los sabios cristalizados." (pág. 10) Sic (Celestes y Cósmicas, enero 1912).
Se trataba de muy buenos textos de divulgación que eran recibidos favorablemente por el gran público.
Realizaba con frecuencia pronósticos meteorológicos. Sus predicciones se fundaban en la observación de la actividad solar, presencia de manchas y fáculas.
Sin embargo, no se ha ubicado referencia a los métodos por él empleados. No se conoce tampoco ninguna contribución de M. Gil realizada en revistas científicas, lo que hubiera podido aclarar este aspecto. Sus afirmaciones parecen ser altamente especulativas, tal vez con alguna base estadística – la cual se desconoce –.
La formación de un observatorio que, a diferencia de los existentes hasta ese momento, se dedicaría al estudio de la física solar y cósmica y su influencia sobre la Tierra, recién ocurre en 1938, al inaugurarse el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel. Se desconoce hasta que punto Martín Gil participó en este hecho.
En 1930 al ser destituido el presidente constitucional H. Irigoyen, ocupa la dirección de la OMA – reemplazando al meteorólogo Roberto C. Mossman –, puesto que mantiene hasta 1932.
En este período también se desempeña como vocal del Consejo Nacional de Educación – 9/10/1931 al 10/04/1932 – y como profesor en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Martín Gil fallece en la ciudad de Buenos Aires el 9 de diciembre de 1955 a la edad de 87 años. El telescopio Zeiss fue donado por su familia al Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, donde aún hoy se encuentra.
No puede negarse que Martín Gil fue muy conocido en su época, incluso Julio Cortázar en 1942 en su cuento “Los limpiadores de estrellas” lo cita junto a Enrique Gaviola – en ese momento director del ONA – y a los mismísimos Copérnico y Galileo. Aún hoy, más allá de su obra literaria, se lo recuerda como 
“meteorólogo y astrónomo” y es citado en numerosas fuentes.
Sin embargo, a la luz de lo dicho, más allá de sus gestiones para la creación de un Observatorio de Física Solar y Cósmica y su breve actuar en la Oficina Meteorológica, parece más justo recordarlo principalmente como un gran divulgador de la astronomía.

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