La opinión de Belén Etcheverry
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Enviado por Larisa Beletzky
a Puerta E
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Un fenómeno de las características como el de la erupción del complejo volcánico Puyehue Cordón Caulle, nos demuestra una vez más, que a este mundo, complejo, jodido y extrañamente maravilloso, no lo conocemos en su totalidad y no lo controlamos.
La relación entre la naturaleza y los seres humanos, desde la imposición de la razón como verdad absoluta, ha sido una relación de dominación. En el siglo de las luces se comenzó a formar un sistema en el que fue necesario conocer a la naturaleza para dejar de temerle y luego dominarla. El iluminismo quiso romper con el mito, pero al hacerlo cayó en la trampa del mito mismo. Se quiso, a partir de la razón, destruir la idea de un poder sobrenatural, destruir los mitos. El hombre quiso conocer la naturaleza, primero para dejar de temerle, dejar de tenerle miedo a las tormentas extrañas, a los fuegos; y luego para transformarla y someterla a la razón humana. Pero se volvió al mito porque se construyó otro mito: el de la razón como única verdad. Así, se cosificó a la naturaleza para luego cosificar a los hombres, para hacerlos cuantificables, números, una cifra; para imponer que 2 + 2 debían ser 4 y no 5 ó 6, 7, 8. Se suprimió la diferencia. De un lado y del otro de los estudios sobre el conocimiento de la historia se construyeron teorías que anticipaban el fin de la historia, que planteaban que siguiendo un desarrollo predeterminado se llegaría a un resultado X. El marxismo y el desarrollo de la historia con la muerte de la burguesía y la dictadura del proletariado, el liberalismo y la mano invisible del mercado como organizadora y administradora del mundo. Ninguna de las teorías que postularon el fin de la historia se llevó a la práctica. Y acá estamos en este mundo entonces, ya sin creernos la ilusión de que lo controlábamos, sin creer en verdades absolutas.
La modernidad construyó al sujeto racional, este sujeto excluyó de si mismo todo aquello que no fuera racional. Un paradigma hegemónico intentó imponer su modelo desde la violencia lógica, desde el 2 + 2 equivalen a 4. Al suprimir la diferencia, etiquetar A es = A, se cosificó al mundo, a la naturaleza, se cosificaron a los hombres y a las mujeres y se los convirtió en objeto.
En este momento histórico estamos en una etapa de exaltación de la diversidad y de la diferencia. Diversidad, biológica y cultural, y diferencia en la igualdad, posibilitan la aparición de un gesto emancipador frente a los dogmas de una identidad establecida. Quiere decir esto que todo vale y que estamos frente al relativismo absoluto, para nada, quiere esta reflección preguntarse ¿cuando todo no valía quien imponía el valor? y si ya no hay cánones, al servicio de quienes estaban los cánones. Al servicio, tal vez, de un poder que busca que todos pensemos y actuemos de igual modo, un poder que penetra en el cuerpo e instala estructuras tan fuertes que nos cuesta derribar y condicionan nuestro modo de andar por la vida. Un poder que llama a la naturaleza recursos naturales y a los hombres y mujeres recursos humanos.
La erupción del volcán Puyehue, el último 4 de junio, fue un sacudón para la naturaleza, y también para las relaciones sociales, la vida política de la ciudad, la provincia y el país. Siempre dentro de un campo de posibilidades claro, que se conforma a lo largo de la historia, pero un campo que acepta la grieta, que no es estático, que tiene una grieta para el cambio porque todo se transforma. Así, los procesos naturales sucedieron en el planeta tierra desde que existe el planeta tierra, y la historia de los hombres y mujeres que habitamos en él también fue desarrollándose, transformándose, desde que existimos en este mundo.
A no alarmarse entonces, no estamos viviendo una catástofre, sino que estamos caminando la historia.
Así las cosas en este mundo…así seguimos rodando.
Lic. Belén Etcheverry
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Un fenómeno de las características como el de la erupción del complejo volcánico Puyehue Cordón Caulle, nos demuestra una vez más, que a este mundo, complejo, jodido y extrañamente maravilloso, no lo conocemos en su totalidad y no lo controlamos.
La relación entre la naturaleza y los seres humanos, desde la imposición de la razón como verdad absoluta, ha sido una relación de dominación. En el siglo de las luces se comenzó a formar un sistema en el que fue necesario conocer a la naturaleza para dejar de temerle y luego dominarla. El iluminismo quiso romper con el mito, pero al hacerlo cayó en la trampa del mito mismo. Se quiso, a partir de la razón, destruir la idea de un poder sobrenatural, destruir los mitos. El hombre quiso conocer la naturaleza, primero para dejar de temerle, dejar de tenerle miedo a las tormentas extrañas, a los fuegos; y luego para transformarla y someterla a la razón humana. Pero se volvió al mito porque se construyó otro mito: el de la razón como única verdad. Así, se cosificó a la naturaleza para luego cosificar a los hombres, para hacerlos cuantificables, números, una cifra; para imponer que 2 + 2 debían ser 4 y no 5 ó 6, 7, 8. Se suprimió la diferencia. De un lado y del otro de los estudios sobre el conocimiento de la historia se construyeron teorías que anticipaban el fin de la historia, que planteaban que siguiendo un desarrollo predeterminado se llegaría a un resultado X. El marxismo y el desarrollo de la historia con la muerte de la burguesía y la dictadura del proletariado, el liberalismo y la mano invisible del mercado como organizadora y administradora del mundo. Ninguna de las teorías que postularon el fin de la historia se llevó a la práctica. Y acá estamos en este mundo entonces, ya sin creernos la ilusión de que lo controlábamos, sin creer en verdades absolutas.
La modernidad construyó al sujeto racional, este sujeto excluyó de si mismo todo aquello que no fuera racional. Un paradigma hegemónico intentó imponer su modelo desde la violencia lógica, desde el 2 + 2 equivalen a 4. Al suprimir la diferencia, etiquetar A es = A, se cosificó al mundo, a la naturaleza, se cosificaron a los hombres y a las mujeres y se los convirtió en objeto.
En este momento histórico estamos en una etapa de exaltación de la diversidad y de la diferencia. Diversidad, biológica y cultural, y diferencia en la igualdad, posibilitan la aparición de un gesto emancipador frente a los dogmas de una identidad establecida. Quiere decir esto que todo vale y que estamos frente al relativismo absoluto, para nada, quiere esta reflección preguntarse ¿cuando todo no valía quien imponía el valor? y si ya no hay cánones, al servicio de quienes estaban los cánones. Al servicio, tal vez, de un poder que busca que todos pensemos y actuemos de igual modo, un poder que penetra en el cuerpo e instala estructuras tan fuertes que nos cuesta derribar y condicionan nuestro modo de andar por la vida. Un poder que llama a la naturaleza recursos naturales y a los hombres y mujeres recursos humanos.
La erupción del volcán Puyehue, el último 4 de junio, fue un sacudón para la naturaleza, y también para las relaciones sociales, la vida política de la ciudad, la provincia y el país. Siempre dentro de un campo de posibilidades claro, que se conforma a lo largo de la historia, pero un campo que acepta la grieta, que no es estático, que tiene una grieta para el cambio porque todo se transforma. Así, los procesos naturales sucedieron en el planeta tierra desde que existe el planeta tierra, y la historia de los hombres y mujeres que habitamos en él también fue desarrollándose, transformándose, desde que existimos en este mundo.
A no alarmarse entonces, no estamos viviendo una catástofre, sino que estamos caminando la historia.
Así las cosas en este mundo…así seguimos rodando.
Lic. Belén Etcheverry
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