Esquel te enamora, se incorpora a tu piel como los abrojos mismos.

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Esquel y vos :De Daniel Galatro

Opinión: “El esposo puede besar al esposo” - enviada por Esteban Blanco

¿Todo lo legal es intrínsecamente bueno?

Con media sanción al proyecto de ley para modificar el Código Civil a fin de que la unión entre homosexuales sea equiparable a un matrimonio heterosexual, se profundiza el debate y también la polémica.
Lo conocido, es decir la familia nuclear con un progenitor de cada sexo, se transforma. En realidad, todo se trasforma. Una decisión de este tipo tiene múltiples connotaciones. Por ejemplo, cuando en el colegio un niño o niña confeccione un trabajo manual o una tarjeta para el día de la madre o del padre, si ambos son del mismo sexo, ¿eso implicará una discriminación? ¿Dejaremos de celebrar esas festividades para expresar empatía con una minoría?

Una minoría que ha adquirido poder al relacionarse en ámbitos en los cuales se dirimen las cuestiones trascendentes y, por ello, se transforma en epicentro de discusiones.
Los interrogantes que debemos hacernos y deberemos responder: ¿Todo lo legal es bueno? ¿Lo legal es siempre justo? ¿Las leyes expresan el bien para la mayoría?

Definitivamente debemos contestar con un rotundo no.
Ejemplos nos sobran: en la provincia de Santa Fe, se declaró que la prostitución callejera no se considerará delito. Pero esa medida, aunque transforma este comportamiento en legal, de ninguna forma puede verse como moralmente aceptable o socialmente enseñable. Sin embargo, ahora es legal.
En la época del proceso militar, el arresto, la tortura y la muerte de miles de argentinos, constituyó un delito de lesa humanidad amparado por las leyes del momento y las posteriores como la ley de la obediencia debida y otras similares. Lo legal no fue justo, bajo ningún punto de vista.

Muchos impuestos son abusivos y extorsivos. Son legales pero no son justos. Mucha ayuda social no responde a principios de equidad, sino a clientelismo político. En ambos casos son legales, pero no ecuánimes.
Con el tema de la homosexualidad asistimos a un caso similar. La legalidad nos obliga a aceptar algo que no es moralmente aceptable ni éticamente correcto.
El problema no son los derechos de la mayoría, sino la presión que se ejerce para que todo el que no opine del mismo modo sea execrado, tildado de homófobo, retrógrado, ignorante o pacato.

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