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Esquel y vos :De Daniel Galatro

El sueño patagónico - Por Juan Gasparini

El 3 de enero de 2012

Uno de los mayores magnates del mundo, Joe Lewis no sólo es dueño de las 12.000 hectáreas que albergan el Lago Escondido: también puede serlo del destino y estilo de vida de una comunidad.

El campo de 12.000 hectáreas, en la frontera de El Bolsón con la vecina comuna rural de El Manso, alberga el pintoresco Lago Escondido y constituye una de las grandes reservas de agua y vegetación en la Patagonia.

A su dueño, el multimillonario angloestadounidense Joseph Joe Lewis, se atribuye también estar detrás de un proyecto depredador de recursos naturales que usurpa tierras fiscales para construir un gran centro de esquí en las laderas del cerro Perito Moreno. Y, además, en las últimas semanas, su mano derecha en la Argentina, Nicolás Van Ditmar, reflotó la propuesta de financiar un aeropuerto en El Bolsón, alternativo al de Bariloche, una vieja idea que ya movilizó a cientos de pobladores que se oponen.

Si la flamante Ley de Tierras señala, entre otras medidas, que en el futuro un extranjero no podrá disponer de más de 1.000 hectáreas en el país (la normativa no afecta los derechos adquiridos de quienes fueron propietarios con anterioridad), el caso de Lewis es un retrato emblemático de todas las controversias y agitaciones que pudieron no ser y han sido.

Lewis no da entrevistas, pero Van Ditmar niega las acusaciones. "Desde que Joe compró el campo, en 1996, viene aportando dinero todos los meses, sus inversiones son transparentes y respetan el medio ambiente, no hay nada oculto", afirma Van Ditmar, presidente de Hidden Lake S.A., la empresa argentina de Lewis propietaria de su finca, entre Bariloche y El Bolsón.

Al borde del Lago Escondido, en el predio se despliega la mansión con helipuerto del acaudalado hombre de negocios, rodeada de canchas deportivas, confortables caballerizas, un chalé para invitados, anfiteatro, oficinas, una dotación para combatir incendios forestales, puentes, silos, y dependencias de infraestructura trajinadas por la centena de trabajadores empleados en el complejo.

El periodista Gonzalo Sánchez cuenta, en su libro Patagonia Perdida (Marea, 2011), el comentario azorado de un experimentado colega español cuando contempló la residencia: "Gonzalo, ésta debe ser una de las diez mejores casas del mundo".

Van Ditmar, en bermudas y distendido, habla en el comedor del personal a la hora del almuerzo. Descendiente de holandeses anti-nazis, ex director del equipo nacional de esquí, conoció a Lewis en la inmobiliaria de su padre en Bariloche, un cliente de los tantos que se han venido sumando para nutrir la leyenda de los ricos y famosos extranjeros que buscan donde montar sus residencias secundarias en la mítica Patagonia: el magnate de los medios Ted Turner; Luciano Benetton, factótum de la celebre marca de ropas italianas; y los actores Michael Douglas, Sylvester Stallone, Richard Gere, Robert Duvall, Matt Damon y Bruce Willis.

"Localizamos el campo de la familia de Eliseo Montero, a 30 kilómetros de El Bolsón, al sur de Bariloche, y negociamos la compra durante dos años. La mayoría de los 14 herederos vendieron las 12.000 hectáreas en US$ 3.500.000 a Joe, quien me nombró presidente de la compañía dueña", resume Van Ditmar. En 14 años edificó las impresionantes viviendas para Lewis y sus huéspedes, atracaderos, jardines, emplazamientos deportivos, dos turbinas hidroeléctricas para alimentar el complejo con energía natural limpia que se extrae del río Escondido, cuyo cauce lleva las aguas del lago hacia el Océano Pacífico, y un camino de ripio de 17 kilómetros para conectar con la Ruta 40, que atraviesa la Patagonia. Y entonces empezaron los problemas.

Montero, de presunta ascendencia chilena, había pactado con sus vecinos un sendero para ganar la Ruta 40 por Tacuifí, en la zona de El Manso, un trayecto desechado por Lewis, quien hizo el propio enteramente dentro de su estancia. No obstante, habilitó una "servidumbre de paso" para que cualquiera pueda disfrutar del lago y sus costas. A tal efecto acondicionó una senda de 800 metros situada en el extremo opuesto del lago, una vía transitable a pie o en parte a caballo, que vincula con la arteria pública de montaña más próxima.

Sin embargo, el dispositivo fue puesto en crisis por la legisladora provincial del ARI Magdalena Odarda, que lo denunció en tribunales. El proceso judicial aceptó la "servidumbre de paso". Asimismo declaró válido el acceso por Tacuifí, hoy impracticable por falta de mantenimiento y debido al deterioro causado por las inclemencias del tiempo. Para desatascar el caso, Lewis ofrece utilizar el suyo, pero pone condiciones. Exige que la gente se identifique y acuerde día y hora para entrar.

"Queremos que el Consejo de Medio Ambiente de la provincia (Codema) fije las reglas para las visitas al lago. Quizás el modelo de referencia sea el de Ecuador con las Galápagos, donde nadie puede entrar y sacar nada, y está prohibido tirar basura", opina Van Ditmar, inquieto por los estragos que podría ocasionar la irrupción irrestricta de visitantes en el paisaje en derredor del Lago Escondido. Tras la adquisición inicial, Lewis desembolsó $ 133 millones en 15.524 m² de instalaciones, y en la tecnología para conservar la pureza de las aguas, la flora y la fauna, además de la cría de vacunos, ovinos, porcinos, conejos, equinos, camélidos y cérvidos, junto a la producción de miel, fruticultura y horticultura.

Líder del consorcio Tavistock, que gestiona un patrimonio de US$ 2.800 millones en 15 países, Lewis se ubica en el puesto 347 de las fortunas mundiales, según la revista Forbes. Está empeñado en hacer donaciones a El Bolsón, con suerte adversa: no le aceptaron un hospital, le devolvieron dos ambulancias, y una primera tentativa de hacer una pista de aterrizaje privada que fue de uso público se la voltearon por referéndum municipal en 2009. Ahora insiste en un contexto diferente: la provincia y la intendencia son deficitarias, y la incertidumbre sobre la factibilidad futura del aeropuerto de Bariloche, jaqueado por las cenizas volcánicas, abre a Van Ditmar la brecha de aconsejar a las autoridades barajar la posibilidad de otro aeropuerto.

Lewis pasa los meses de verano en Lago Escondido, deja estacionado su avión particular en Bariloche y se mueve en helicóptero. Dicen que ya perdió uno de sus pilotos en un accidente y tener un aeropuerto a su disposición en las cercanías de El Bolsón le simplificaría los viajes a bajo costo.

Replantear su posición en torno a la Pampa de Luden, alrededor de mil hectáreas insertas entre El Bolsón y el Lago Escondido, probablemente requeriría una ley provincial, un plan que parece seducir al flamante gobernador, Carlos Soria, quien, en línea con la prensa regional, pretendería hacer avalar el diseño por Julio de Vido, el poderoso ministro de Planificación de la presidente Cristina Fernández de Kirchner. De esta forma, eludiría la amenaza de un segundo plebiscito que podría ser hostil a Lewis otra vez: en 2009, su propuesta cayó derrotada con el 79 por ciento de los votos.

Apenas asumió, en su primer acto oficial, el gobernador Soria recibió a Van Ditmar. "Es un gesto pésimo y brutal hacia la democracia, pues se lo acaba de elegir con esperanzas de cambio en Río Negro", critica Manuel Langbehn, vocero de la Asamblea en Defensa del Agua y la Tierra, que nuclea en El Bolsón a los opositores de Van Ditmar, a quien consideran un portavoz de Lewis. "Uno quisiera creer que es un error... El lobby es uno de los problemas profundos de nuestra vida institucional. No se puede aceptar que los poderosos que ayer se abrazaban con los gobernadores radicales, hoy se juntan en una sonrisa con Soria", protesta.

Para Langbehn, la idea del aeropuerto forma parte de un emprendimiento mayor. "Contempla un loteo para levantar barrios privados y cabañas de alquiler, centros de esparcimiento, supermercados, tiendas y hoteles en la Pampa de Luden, una villa contigua a las pistas de esquí del cerro Perito Moreno, que no beneficiaría a El Bolsón y quitaría las fuentes de agua a la labor agropecuaria de las inmediaciones", precisa Langbehn. También sospecha que una tercera turbina programada por Lewis para asentar en Lago Escondido, que sobrepasaría en 14 MW las necesidades del enclave, "se destinaría a la megaurbe" turística antes aludida. En defensa de las costumbres campesinas y la sobrevida rural, su organización movilizó a alrededor de 3.000 personas el 19 de noviembre pasado, una décima parte de los habitantes de esta comarca andina.

Las tierras involucradas en semejante trama y otras aledañas eran fiscales. Algunas fueron inicialmente adjudicadas a un precio preferencial a una tal Mirta Soria, sin parentesco alguno con el gobernador. A los seis meses ella las vendió a Maximiliano Mazza, cuñado de Van Ditmar y hermano de Vanesa Massa, directiva de Hidden Lake S.A., la sociedad titular del Lago Escondido. Otras parcelas terminaron bajo control de Marcos Marcelo Mindlin, encargado de desarrollar la tercera turbina concebida por Lewis para su paraíso terrenal, y de Ana María Trianes, cónyuge de José Luis Martínez Pérez, supuesto allegado a los dos últimos.

El loteo previsto, que debe aún aprobar el Concejo Municipal de El Bolsón, está en manos de Urruti y Asociados, siendo su agente en Bariloche la inmobiliaria Van Ditmar. Las transacciones habrían violado las normas vigentes y están siendo investigadas por la Justicia. La mano derecha de Lewis no asume haber intervenido en las operaciones y hace saber que el millonario es ajeno, un galimatías que crispa el mercado de bienes raíces en la apetecida Patagonia.

Frente Tranversal Nacional y Popular

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