Esquel te enamora, se incorpora a tu piel como los abrojos mismos.

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Esquel y vos :De Daniel Galatro

Recuerdos de mi muerte - Daniel Aníbal Galatro - Recuerdo II

El Esquel que fue
escenario de esta historia

Tratando de ordenar esta cuestiones relativas a mi deceso, que según dicen los que saben nunca ocurrió porque si hubiera sucedido realmente no estaría hoy aquí para contarlo, traté de darle una secuencia pero me fue imposible. Si bien recuerdo los hechos - reales o imaginados merced a la morfina, ustedes dirán qué fueron - no logro clasificarlos en el tiempo, por lo que intentaré agruparlos por tema.

Quedamos, si mal no recuerdo, en que el mundo "real" bajó para mí su cortina cuando la anestesista me hablaba de que ella conocía la ciudad de La Plata, y daba referencias concretas que algún pentotal borró de mi memoria o impidió que registrara. Y allí comenzó mi aventura, mientras quienes me aman se conmocionaban en mayor o menor grado.

Recuerdo perfectamente los lugares por los que anduve, ya que me asombró luego que algunos no existieran en la realidad de los demás - que no coincide a veces con la mía - pero que más me llamó la atención que otros, para mí antes desconocidos, pudiera visualizarlos "en vivo" a mi regreso.

Hice hace unos meses una especie de mapa de cómo era el Esquel en el que se desarrollaron los sucesos. Trataré de darles una idea porque no quiero cansarlos con los detalles.

La Clínica en la que estaba internado era un antiguo edificio situado en 9 de Julio y Sarmiento, en el predio en el que se encuentra el gran hotel, es decir, la esquina que mira hacia el este. Recuerdo sus grandes ventanas algo angostas pero muy altas, al menos de dos metros y quizá un poco más. De madera dura antigua, quizá roble o cedro, que daban a los dos frentes. Por allí pude ver muchas veces lo que ocurría sobre ambas calles. Por la que me permitía observar la 9 de Julio me dí cuenta de que ese frente era el de ingreso al edificio, lo que comprobé en cuanto me dejaron salir a caminar los médicos que me cuidaban en el sueño (llamémoslo así para no discutir con los hiperrealistas).

Tenía un acceso importante con unos escalones, quizá 5 ó 6, y un dos puertas que alguna vez habían sido hermosas pero que en ese momento estaban muy ajadas por un mantenimiento descuidado.

Frente a la puerta de lo que yo inicialmente creía que era el Hospital, había una parada de taxis y muy cerca una de ómnibus. El tránsito sobre la 9 de Julio era intenso e iba hacia la Avenida Fontana. En la vereda opuesta sobre esa misma calle se veían muchos negocios, entre ellos una importante ferretería que recuerdo tenía un gran cartel pero que olvidé lo que decía. En la esquina norte de la manzana limitada por 25 de Mayo, 9 de Julio, Rivadavia y Roca podía verse un paredón en el que estaba pintado un enorme ómnibus de turismo con la consiguiente leyenda publicitaria. Tampoco tengo presente la empresa a la que pertenecía.

Donde terminaba ese paredón sobre 25 de Mayo, y detrás de los árboles que estaban en esa vereda, asomaba una gomería que llevaba el nombre "Cacho" ya que eso decía en una especie de pequeño piso superior que se veía desde la ventana de la Clínica.

Cuando miraba esa calle a través de la misma podía ver que el edificio en el que yo residía estaba separado de la vereda por un pequeño jardín de menos de un metro de ancho. Pero en una de mis "salidas" fui hasta 9 de Julio y 25 de Mayo, encontrando allí un jardín algo más importante que llegaba hasta la puerta de la clínica, y que se veía muy cuidado y con unos hermosos rosales como principal decoración.

Frente a este edificio pero sobre la calle Sarmiento, casi un cuarto de hectárea - serían unos treinta metros sobre 9 de Julio y unos cincuenta sobre aquella arteria - una construcción espectacular era ocupada por un hotel rodeado por un jardín notable. La entrada al hotel estaba orientada casi a la ochava, en el lugar donde en la realidad encontrarán negocios.

El predio del gran edificio estaba separado de las veredas por una cerca de madera, quizá algarrobo, de un metro o menos de altura. Como ya se enterará, una vez estuve sentado sobre él tratando de que me viera y me escuchara el Doctor Richardson, personaje importante en esta historia, porque era dueño del hotel que les describo pero además dueño y director de la clínica en la que yo estaba internado.

La vereda opuesta, en la que está en realidad una ferretería, mostraba construcciones muy elevadas para Esquel, de tres o cuatro pisos casi todas. Recuerdo especialmente una en la que con un cartel vertical grande que decía "Hotel Esquel", y cuyo dueño era un gallego del que quizá les cuente algo si les relato una experiencia que tuve con él en el hall del perteneciente a Richardson.

Algunos datos más del escenario en el que viví esos días, perfectamente recordados pero que describiré por ahora sin muchos detalles, marcan que el arroyo Esquel no era tal sino algo más amplio, casi como un río, un lago o hasta un mar, cuya costa daba a la ciudad comenzando en Alberdi y Alvear y finalizando en el cruce de las avenidas Fontana y Ameghino. Allí las aguas se concentraban para formar un arroyo semejante al que conocemos y que pasaba bajo un puente para dirigirse hacia el sur, llegando a un recodo donde se quebraba al pasar detrás del verdadero Hospital y seguir hacia el oeste.

Y ese espacio que daba sobre el centro era realmente una playa con arena y pasto, árboles hermosos, y los restos de un pequeño avión que aterrizara allí recibiendo un impacto fuerte, en una historia que pude conocer cuando de la Clínica me derivaron a una Sala de Internación externa que quedaba justamente frente a esa playa. Esa Sala puedo ubicarla hoy sobre una diagonal que iba desde Fontana y Ameghino hasta Pellegrini y San Martín, pero será quizá mejor descripta cuando les cuente cosas de aquella semiexternación que dispusieron para mi.

Como también les relataré sobre el Templo Evangélico en Alvear entre Fontana y Pellegrini, el Templo Islamita en Fontana entre 9 de Julio y Rivadavia, la gran Catedral Católica en Fontana y 9 de Julio, la casa muy antigua en San Martín y Fontana, el chalet de los telescopios en Fontana y la pequeña diagonal que les dije - la de la Sala de Internación externa -, el night club sobre esa misma diagonal, el túnel que iba desde la Clínica en la que yo estaba inicialmente y el hospital (que quedaba donde realmente queda) y que tendría unos 500 metros de longitud, y unas cuantas cosas más de ese Esquel especial que parecía construído para mí.

Daniel Aníbal Galatro
dgalatrog@hotmail.com
19 de Julio de 2011
(continuará)

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